Por Alessandra Hernández
De Es Mental
‘’A mí me traicionaron, porque me dijeron que yo podía negociar para ser médico, que era lo que yo soñaba ser. Me complacieron por una semana en un hospital y luego me sacaron, me dieron una pistola 45 y me montaron en un tanque como paramédico. Allí todo era recogiendo muertos y heridos, día y noche, y en una de esas batallas me dieron en una rodilla y me la reventaron con una granada”, contó el experiodista de 75 años.
Matos estuvo 6 meses en la guerra, que era el tiempo que le daban a los paramédicos en la selva. «Si no te mataban antes, a los 6 meses te rotaban a un hospital a terminar el año de servicio en Vietnam«, contó.
Desde entonces no solo vive con secuelas físicas producto de aquel fatídico momento en el 1967, también las que trastocan su salud emocional.
“Para las personas que hemos estado en batalla, cualquier situación es estresante, es algo que no se borra y está bien impreso en la psique”, comentó.
Rafael Matos con niños locales en Tam Ky, Vietnam, 1967. (Foto suministrada)
Son algunos recuerdos, estrés postraumático y otras circunstancias las que afectan significativamente la salud mental de algunos veteranos de guerra, de acuerdo con la psicóloga Carmen Nina Martínez.
“Muchos tienen lo que identificamos como pensamientos intrusivos, que es que no pueden controlar flashbacks de lo que experimentaron. En adición, algunos no quieren interaccionar mucho con personas y otros recuerdan escenas por olores”, sostuvo.
Los vínculos, tanto de la familia como amigos, se ven alterados por esto y de ahí surge, según la psicóloga, altos números de divorcios y conflictos.
“Muchas veces la familia no entiende la respuesta emocional de ellos y/o los triggers que tienen alrededor. Además de que muchos, cuando vuelven, sienten que no pertenecen y eso trae mucho conflicto”, manifestó.
A los hombres, especialmente porque se les socializa a “no sentir” o manejar adecuadamente sus emociones, suelen ser de los más afectados por la situación. La doctora señaló que muchos acuden al abuso de sustancias como escape a lo que viven.
“Muchos, en vez de ir a buscar ayuda, recurren al alcohol y eso complica la situación, porque el alcohol está relacionado a violencia y suicidios. Es un gran problema”, agregó.
Mencionó que tras el anuncio del conflicto entre Rusia y Ucrania se crea un grado de preocupación entre familiares con miembros activos en las fuerzas armadas.
Pero también, con el acceso a la información, la salud mental en la población en general se perjudica, pues no existe un control de los datos que las personas consumen, lo que crea caos y confusión.
“A la gente se le exacerban las emociones y los medios sociales representan un estresor adicional, particularmente a los soldados que puedan tener un diagnóstico de estrés postraumático o familiares que puedan tener soldados movilizados”, dijo.
¿Hoy será mi último día?
Para el profesor Matos, como muchos de los periodistas puertorriqueños le conocen, un día más de guerra era cuestionarse si continuaría o no con vida.
“Uno se levantaba todos los días y se preguntaba: ‘¿hoy será mi último día?’ Después que ves que empiezan a caer muertos al lado tuyo, uno empieza a resignarse y esperar lo peor”, contó.
Tras esos días en los que la muerte se asomaba por ratos, Matos reflexiona sobre lo insensato de las guerras entre seres humanos.
“Vamos para la tercera década del siglo 21 y la gente sigue deshumanizada. Yo pensé que con la tecnología todo esto iba acabar, pero ya vemos que no hay redención”, concluyó.
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